Cuentan los antiguos pergaminos que se guardan en la Biblioteca de la familia Yogo, que cabalgando por Rokugan con su armadura, su espada y su lanza, Bayushi fue a buscar aliados para la tarea asignada por el primer Hantei. Atravesó el país parando en ciudades y pueblos, buscando a aquellos dignos de unirse a su búsqueda.
En un pueblo, le vió un joven con ojos brillantes que estaba a un lado del camino. En sus manos y bolsillos había chucherías y trucos mágicos. Corrió hasta el samurai montado, llamándole mientras pasaba:
“¡Samurai!” - gritó.
“¡Samurai, llévame contigo!”
El entusiasmo del muchacho le hizo sonreír.
“Pero ni siquiera sabes donde voy” - replicó Bayushi.
“¡No importa! ¡Llévame contigo! ¡Quiero ser samurai!”
Bayushi sonrió pero sacudió la cabeza.
“No busco hombres de honor, pequeño. Busco hombres de astucia.”
El joven se alzó de pronto con orgullo, pues dijo al samurai:
“Soy un hombre de astucia.”
Bayushi empezó a enfadarse y replicó.
“No tengo tiempo para sin sentidos, jovencito. ¿Por qué no me dices dónde puedo encontrar un lugar para descansar esta noche?”
Los ojos del muchacho se estrecharon.
“Hai" - dijo, y su voz traicionaba su desilusión - “Hay una casa de té en el pueblo. Puedes alojarte allí.”
Bayushi lanzó al chico una monedas y cabalgó hacia el pueblo. El muchacho miró el suelo hacia las monedas, luego corrió tras el samurai, dejando el oro en el polvo, al lado del camino.
Cuando Bayushi llagó a la casa de té, se bañó, comió y se preparó para una agradable velada con agradable compañía. La oka-san lo arregló para que pasara la noche con una hermosa geisha “dotada en todos los sentidos”. Cuando ella descorrió la puerta corrediza, Bayushi vió que su belleza podría inspirar poesías. Se inclinó y se sentó junto con el. Pasaron la velada entre conversaciones y canciones, y por primera vez en años, Bayushi se permitió sentirse a gusto.
Cuando se hizo tarde y la geisha apagó las luces, Bayushi dejó a un lado su tanto se preparó para una larga noche de entretención. Pero antes de que pudiera moverse, un repentino y doloroso peso cayó sobre su cabeza. Alguien empujó hacia atrás su cabeza acogiéndolo por los cabellos y con una rodilla en su espalda. El frío acero de su propio tanto fue puesto sobre su garganta y oyó una suave voz familiar en su oído:
“¿Buscabas hombres con astucia?”
Bayushi sintió que sus labios se curvaban en una sonrisa.
“Eres el chico de junto al camino, ¿eh? Este es un disfraz brillante.”
La geisha se rió.
..“Quien dice que llevé un disfraz?”..
A la mañana siguiente Bayushi salió del pueblo con Shosuro a su lado..