Leyenda de los Cinco Anillos  
 
  Invierno 23-11-2024 22:05 (UTC)
   
 

De la famosa novela "Invierno" de Kakita Ryoku

Fui yo quien hizo la pregunta y hasta este día sigo deseando no haberla hecho. Si hubiera reflexionado habría comprendido las consecuencias de mis acciones, pero el sake en mi estómago hacía mis pensamientos vertiginosos, y – debo admitirlo – estar rodeada por algunos de los hombres mas poderosos del imperio no me ayudaba..

Así pues, - pregunté - cuál es la virtud más importante que debe poseer un samurai¿?
Por supuesto, todo el mundo se volvió hacia mí para prestar más atención. El primero en contestar fue Hida Junuro, el daimyo del clan del Cangrejo. Sus enormes y poderosos brazos hacían bailar la cabeza de todos.
Fuerza!
- gritó - Puesto que un hombre débil no es un hombre.
Muchos en la sala asintieron calladamente, pero Akodo Kyuijin fue el siguiente.
Valor - dijo, con bastante calma -  Puesto que un hombre fuerte puede ser un cobarde, y su fuerza no le servirá más que para huir.
Muchos asintieron ante la sabiduría del Akodo, pero cuando le tocó el turno al daimyo Unicornio, no hubo sino silencio.
Iniciativa, creo yo - dijo el joven Shinjo Yuni - La fuerza y el valor son buenos pero si un hombre no puede pensar, no puede hacer uso de ninguna de sus virtudes.
Entonces, con mucha suavidad, una voz se elevó desde uno de los rincones.
Lealtad.
Todos nos volvimos para ver a Bayushi Ujiro, el señor del clan del Escorpión, de pie en la esquina, probando el fresco sashimi de la mesa.
Puesto que si un samurai no es leal a su señor, entonces todas sus virtudes sirven a su enemigo.
Hubo un momento de tensión que llenó la sala mientras algunos samurai asentían, aunque con escepticismo. Uno de los que no lo hizo fue el enorme Cangrejo.
Bah! - dijo a través de su espesa barba - Qué sabrá un escorpión de lealtad!¿?
La risa del cangrejo fue demasiado sonora para que me sintiera cómoda. Yo siempre recordaba que mi niñera me había enseñado que es muy peligroso reírse de un Escorpión.
Ujiro sonrió bajo su hermosa máscara retorcida de humo y fuego que sólo mostraba sus ojos y sus labios y se aproximó al Cangrejo.
Te gustaría poner a prueba esa afirmación¿?
Debo decir que Hida Junuro hacía parecer a Ujiro bastante pequeño, pero el Escorpión no retrocedió.
Un solo Cangrejo vale por mil Escorpión en cualquier día –dijo Junuro.
Quizá en las Tierras Sombrías - se volvió y dio tres pasos antes de volver a girarse mirando al Cangrejo - Pero no aquí, en la corte de Invierno de nuestra anfitriona - dijo, esbozando una de esas brillantes sonrisas que esconden más de lo que muestran.
Muy bien - asintió Junuro - pongamos a prueba a nuestros samurai.
Ujiro caminó por la sala, sus ropas escarlatas se arremolinaban a su alrededor como el humo de su máscara - Quién está dispuesto a probar a sus samurai frente a los míos¿?
Cuál será la prueba¿? - preguntó Shinjo Yuni
Lealtad, por supuesto - replicó Ujiro - No es esa la mayor virtud de un samurai¿?
Ujiro dirigió la pregunta a Akodo Kyuinjin con mucha inteligencia, puesto que sabía cómo iba a responder el León.
La lealtad de un León es incondicional.
Eso he oído - dijo Ujiro, con un pequeño matiz de sarcasmo en su voz - pero, estáis dispuestos a aceptar la prueba¿?
Lo estoy - dijo el Cangrejo.
Al igual que yo - contestó el Unicornio.
Pero el León miraba a Ujiro con suspicacia, sospechando que urdía algo.
No dudes demasiado, Akodo-san. Dama Ryoku está observando - se volvió hacia mí, con su sonrisa resplandeciendo a la luz de las velas - Y escribiréis todo esto en vuestro diario, no es así, mi señora¿?
Por supuesto - sonreí.
El Escorpión se deslizó, pasando a mi lado y volviéndose hacia los demás.
Ya lo oís, amigos míos. Todos sabemos que en la primavera la Dama Ryoku publicará su diario. No podemos dejar que el imperio nos vea como.. cobardes.. - hizo una pausa ante el León - ..¿no es verdad?
Mis samurai no tienen nada que demostrar - dijo Kyuinjin.
Muy bien - Ujiro se inclinó ante él - Sólo que había oído que un León vive por sus acciones.. y no por sus palabras.
Hai - asintió Kyuijin.
Muy bien - repuso Ujiro - Déjanos ver si las acciones de tu yojimbo viven según tus palabras.
El León dudó y, por un momento, pensé que había visto su mano deslizarse en dirección a su wakizashi. Se inclinó y dijo secamente:
Muy bien.
Excelente!
Ujiro situó rápidamente a los cortesanos en los laterales de la habitación y alineó a los daimyo junto a la pared frente a la puerta.
Entonces - dijo - aquí está nuestra prueba. Cada uno llamará a su yojimbo a esta sala y le dará una orden.
Qué orden será¿? - pregunté, encantada de disfrutar de un juego en mi corte.
Lo demostraré - sonrió Ujiro - con mi propio yojimbo, Sunshen.
Luego cada uno de vosotros hará lo mismo por turnos. El yojimbo que dude o cuestione la orden de su señor será descalificado.
Estamos de acuerdo¿?
Los demás daimyo asintieron, aunque Kyuijin lo hizo después de todos los demás.
Muy bien. Que empiece el juego!
Se volvió hacia mí y con una delicada voz, me dijo:
Mi señora, seríais tan amable de llamar a Sunshen a esta habitación¿?
Asentí y fui hasta la puerta de la sala. Justo al otro lado, los yojimbo de todos los daimyo permanecían sentados sobre almohadones y comían arroz.
Sunshen - dije, y el Escorpión dejó su arroz inmediatamente, corrió a mis pies y se inclinó profundamente - tu señor requiere tu presencia.
Sunshen se inclinó de nuevo rápidamente ante mí y corrió al interior de la habitación, arrodillándose a los pies de su daimyo.
El tiempo entre el momento en que Sunshen se arrodilló y el momento en que Ujiro dio su orden fue tan sólo como un suspiro, pero en ese único suspiro, una lenta comprensión llegó hasta mí. Miré a los demás dainmyo y vi el desprecio en sus ojos. Sentí que mi corazón se aceleraba con la excitación del juego. Sentí el aire invernal que entraba por la balconada abierta contra mi cara. Miré a Ujiro.
El Escorpión no miraba a su yojimbo. Sus ojos estaban fijos en mí. Vi sus ojos y, de pronto, comprendí lo que estaba a punto de suceder. Fue como una pesadilla. Mi voz atrapada en mi garganta y el mundo, se ralentizaron. No podía moverme. Todo lo que podía hacer era mirar como Ujiro daba su orden mientras sus ojos seguían fijos en los míos.
Sunshen¿?
Sí, mi señor¿?
Mátame.

El escorpión no hizo la más breve pausa. Su katana estaba fuera de su saya y en el cuerpo de Ujiro mucho antes de que nadie pudiera pensar en moverse. El cuerpo de Ujiro cayó al suelo, sobre el tatami. Su sangre salpicó a todos en la habitación. Acto seguido, sin ninguna pausa, Sunshen cayó de rodillas, dejó caer su katana, desenvainó su wakizashi, y se volcó sobre su hoja. En el instante en que Sunshen dejó de retorcerse fue cuando empezaron los gritos y el caos. Los daimyo seguían de pie, atónitos, con la mirada clavada en los cadáveres aún sangrantes de los dos Escorpiones. Mientras mis sentidos volvían a mí lentamente, sólo podía pensar en dos cosas.
La primera era la mirada de Ujiro, instándome a que recordara.
La segunda era que mi pregunta había sido la causa de su muerte.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
  Bienvenidos!!
WenasS
Leyenda de los Cinco Anillos - Rokumon Sen.. Ha sido desarrollada bajo las heroicas acciones de cientos de personajes y decenas de jugadores..
espero la disfruten..
Pasen por la Sección Encuesta y dejen su voto y el comentario con dudas, quejas, sugerencias, críticas, etc. ^^
Kampai!!
SaludosS - Namarië
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